La gran mayoría de estas joyas arquitectónicas se encuentran en Europa, y en Eslovenia está ubicado uno de los palacios más extraños que sobreviven en el Viejo Continente.
Se trata del Castillo Predjamski Grad, una pequeña y humilde fortaleza que tiene la particularidad (tal vez única en el mundo) de integrarse en el segundo sistema de cuevas más grande de la ex república yugoslava. Su excentricidad se construyó en tres etapas: su parte izquierda al parecer en la primera mitad del siglo XII; el sector central durante el Renacimiento y el lado derecho alrededor del año 1.570.
Cerca de allí, en República Checa, se encuentra el Castillo de Praga. Los expertos lo consideran el castillo de estilo gótico más grande del planeta, además de la fortaleza medieval número 1 de la Tierra. Fue construido en el siglo IX, tiene 570 metros de largo y 130 de ancho y sirvió como residencia de los reyes de Bohemia y los presidentes de Checoslovaquia en un primer momento y luego de la República Checa. Dentro del complejo se hallan la catedral de Praga y el Palacio Real, entre otras construcciones.
Los castillos suelen ser los escenarios para albergar los cuentos de hadas, y en este sentido el ejemplo más hermoso es el Castillo de Neuschwanstein. Ícono de los Alpes bávaros, en Alemania, su estilo con torres y chapiteles le otorga un aire de Disneylandia e inmortaliza el romanticismo del siglo XIX. Desde su construcción contó con agua corriente en todos los pisos, baños equipados con limpieza automática y un sistema de calefacción en todo el edificio.
Otra etapa clave de la historia, el Renacimiento, también tiene un espacio que lo representa: es el Castillo de Frederiksborg, en Dinamarca. Fue levantado en la ciudad de Hillerød sobre tres islotes del Slotssø (“lago del castillo”) entre 1560 y 1630, y es el palacio más grande construido en toda el área escandinava, que además abarca a Noruega, Suecia y Finlandia. Esta fortaleza, que fue consumida por un incendio en 1.839 pero luego reconstruida, simboliza el poder de la monarquía absoluta danesa.
Si hay un país que nunca puede faltar en un Top 10 palaciego ése es Francia. Y como para prueba muchas veces sólo basta un ejemplo, éste es el Mont Saint-Michel, que a diferencia de otras fortalezas galas fue al principio un monasterio en vez de una estructura defensiva o palacio de placer. Pero no todo lo que reluce es oro para el lugar situado en una semiisla en la costa de Normandía, ya que los más de cuatro millones de visitantes que recibe cada año deben cuidarse de no ser arrastrados por la marea que sube con rapidez, y que ya provocó la muerte de muchos de ellos cuando trataban de cruzar la bahía de arena que separa al castillo del continente.
Todos estos fabulosos castillos pertenecen a la Europa continental, pero la parte insular también disfruta de una reliquia parecida. Es el Castillo de Caerlaverock, más conocido como el “castillo triangular de Escocia”, el cual está enclavado a 11 kilómetros al sur de Dumfries, en el sudoeste de la nación británica. Esta otra “joya de la corona” fue construida en el siglo XIII, y su belleza se complementa con el de la Reserva Natural y Nacional ubicada a su lado y que es visitada por los miles turistas que todos los años desembarcan en el Reino Unido.
Sin embargo, otras regiones del mundo también ostentan paraísos arquitectónicos dignos de ser mencionados. Uno de estos casos es el Palacio Potala, una monumental obra emplazada a 3.700 metros sobre el nivel del mar en la Montaña Hongshan en Lhasa, capital de la Región Autónoma del Tíbet, en China. Con sus 13 pisos y 110 metros de altura, es un lugar sagrado de los budistas tibetanos, numerosos peregrinos y turistas que acuden allí todos los años. Terminado de restaurar en 2009 tras siete años de tareas, el magnífico lugar que fuera residencia oficial de los Dalai Lama durante generaciones conserva muchas piezas de hierro, cobre, oro y plata.
Los palacios latinoamericanos
Para no ser menos que el resto del planeta, América Latina también exhibe dentro de sus fronteras algunas fortalezas que provocan la admiración de los turistas. El listado regional está encabezado por el Castillo de Chapultepec, una construcción palaciega ubicada en el centro del Bosque de Chapultepec, ubicado en la capital mexicana y a 2.325 metros sobre el nivel del mar. Es el único Castillo Real en el continente, fue construido en la época del Virreinato de la Nueva España como casa de verano para el virrey y también fue la residencia oficial del emperador Maximiliano I de México. Desde 1944 es la sede del Museo Nacional de Historia.
Al igual que en Europa, la parte insular de América también resguarda construcciones históricas de primer nivel, como por ejemplo el Castillo San Felipe del Morro, en San Juan de Puerto Rico. Fue construido por los españoles en siglo XVI, y su propósito original era proteger la bahía de la capital puertorriqueña de los enemigos que llegaban por el mar. Utilizado también como prostíbulos por los ibéricos, impresiona por sus túneles, cañones, paredes, muros y faro. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas en 1983, y cerca de dos millones de visitantes nacionales y extranjeros exploran el fuerte cada año.
El décalogo de fantásticos palacios lo completa el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro, en La Habana. Símbolo de la capital cubana por su estratégica posición en un cerro, fue diseñado en el año 1.585 por el ingeniero Juan Bautista Antonelli e inaugurado en 1.629 por el gobernador Lorenzo Cabrera. En la actualidad sus salones funcionan como una galería, y dentro de su espacio se desarrolla una intensa vida cultural. Esto además del par de restaurantes, llamados Los Doce Apóstoles y La Divina Pastora, y el bar que albergan sus antiguas baterías con extraordinarios panoramas del litoral de la ciudad.