SAINT-MALÓ, LA CIUDAD CORSARIA DE BRETAÑA

NOTA INFORMATIVA:  Saint-Maló se visita en el viaje especial de Semana Santa 2015, con salida de Santander.  Es uno de los viajes turístico-culturales organizados por Viajes Altamira, dentro de los programados por su Cincuenta Aniversario.
Ver itinerario y condiciones del viaje <AQUI>



Saint-Maló, el mayor puerto de Francia en el siglo XVII, sigue siendo una ciudad amurallada de leyenda que atrae a muchos visitantes deseosos de conocer su historia.

A principios del siglo XX ya era un importante lugar de veraneo por sus playas y balnearios y hoy su cercanía a la Costa de Granito Rosa, por el oeste, y al Mont Saint Michel, por el este, le convierte en un destino muy apetecible.

Pero Saint-Maló guarda también sus propios encantos. La joya de la costa esmeralda es un laberinto de calles empedradas dentro de su intacto recinto amurallado circular (siglo XIII) con imponentes edificios del XVIII y con su emblema religioso, la catedral de St. Vincent (s.XII), que destaca por sus bonitas vidrieras muy luminosas.

La historia de esta ciudad fortificada, una de las más visitadas de la Bretaña francesa en la actualidad, está estrictamente unida a la de su puerto y al mar. Esa vocación marinera se palpa en sus calles empedradas, las tabernas y, sobre todo, en su ciudadela protegida por algo más de dos kilómetros de muralla, de granito y siete metros de espesor, con siete puertas presididas por la más valiosa, la Grande Porte (s. XV), desde que se ven las agujas de la catedral, y por la Puerta de Saint Vincent, con su Hotel de Ville, sede hoy del Museo de la Ciudad.

Pero volviendo a su pasado histórico, Saint-Maló ya era en el Medievo una isla fortificada en la boca del río Rance que atrajo a navegantes, pescadores y corsarios. Como el insigne marino Jacques Cartier, descubridor del río San Lorenzo, y Jacques Gouin de Beauchene, explorador de las Islas Malvinas, o los anónimos pescadores que zarpaban hacia Islandia o Terranova en busca de bacalao.

Otros hombres importantes en el devenir de Saint-Maló fueron piratas y corsarios que se instalaron en esta estratégica posición contribuyendo al crecimiento económico de la ciudad. El más célebre fue quizás Robert Surcouf, capitán corsario al servicio del rey de Francia, azote de las naves tanto militares como comerciales españolas e inglesas (su estatua puede admirarse en el siempre agradable paseo por las murallas). Este "hogar de los piratas" durante siglos influyó en el carácter reivindicativo de estos hombres del norte de Francia que renegaban, incluso, de su condición de franceses y bretones y preferían ser simplemente corsarios. Y de alguna manera lo consiguieron cuando proclamaron una República independiente entre los años 1490 y 1493.

Hay que recorrer tranquilamente el interior de la ciudad, destruido casi completamente durante la II Guerra Mundial y reconstruid fielmente después con su esplendor de antaño, pero sin olvidarnos de su zona extramuros para contemplar las playas que nacen a los pies de la muralla. Durante la bajamar se despeja el pelotón de troncos de madera que protegen esas viejas piedras cuando la mar está agitada y demuestra toda su fuerza y su grandeza. Y es que hay que tener en cuenta que en esta zona las mareas son gigantescas y el nivel del agua puede variar hasta 13 metros entre la pleamar y la bajamar. Cuando esta última se produce quedan al descubierto enormes playas, muchas veces solitarias, que permiten acceder a píe a tres de los históricos baluartes defensivos de la ciudad: el Fort Nacional, el Petit Bé Fort y el  islote del Grand-Bé, donde está enterrado otro de los hijos célebres de la ciudad y también de Francia,  el escritor Chateaubriand.


Desde Saint-Malo pueden realizarse excursiones recomendables. La más próxima es a la bella ciudad de Dinard, famosa por sus balnearios, pero también están muy cerca Concale, donde se pueden probar sus exquisitas ostras junto al puerto y la playa, y el Mont Saint Michel, la celebre abadía que pertenece a Normandía. En cualquiera de esas tres opciones, el mar y su maravilloso color esmeralda está siempre presente con las ya citadas mareas.

Visita a la Costa de Granito Rosa
Algo más lejana es la excursión a la Costa de Granito Rosa, pero vale la pena realizarla y desde Saint-Maló hay barcos que cubren este trayecto. Esta costa, situada entre Trébeurden y Perros-Guirec, es la zona más popular de Bretaña. Extiende sus paisajes marítimos a lo largo de unos quince kilómetros, ofreciendo así un espectáculo de un color único con lugares graníticos excepcionales y protegidos.


Entre los principales puntos de interés de la costa de granito rosa, se encuentran pequeñas ciudades como Perros-Guirec, Lannion y Trégastel. El primero de ellos, en el corazón de la Costa de Granito Rosa, ofrece al visitante un parque natural protegido de una belleza excepcional, paisajes insólitos y fantásticos donde la tierra y el mar están salpicados de rocas de granito rosa cuyas formas han sido esculpidas por el viento y por las olas desde hace milenios… Con un litoral de trece kilómetros y tres grandes playas de arena fina, Perros-Guirec ofrece una vista panorámica del archipiélago de las siete islas, una de las reservas ornitológicas de Francia más importantes.

Las numerosas rocas de granito que emergen a lo largo de los arenales, de las calas y de los islotes forman un patrimonio insólito que sigue sorprendiendo a los senderistas por el color cambiante y las formas extrañas y erosionadas de estas rocas. Este espacio natural se extiende sobre 60 hectáreas y en él existen numerosos e inolvidables paisajes que se pueden descubrir fácilmente recorriéndolos a pie por sus numerosos senderos señalizados.
Más información: www.vacaciones-bretana.com

Tomado de Kuviajes

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