DISFRUTE DE LOS COLORES - VIVIR EN COLOR,
del 26 de enero al 12 febrero 2013
Esta fiesta pagana que viene marcada por el comienzo de
la Cuaresma, previa a la Semana
Santa, permitía hace siglos a las familias aristocráticas mezclarse con el
pueblo, un privilegio que proporcionaba el anonimato de las máscaras. En sus
comienzos, el carnaval duraba hasta tres meses y era la época en que todo
estaba permitido.
La iglesia y el poder fueron marcando limitaciones con el
transcurso de los años. Primero se prohibieron las fornicaciones en las
iglesias. Luego, las armas en manos de enmascarados. Más tarde, se concretó el
uso de la máscara al Carnaval, teniendo en cuenta que los venecianos habían
extendido su uso a muchas celebraciones profanas del año… Pese a las sucesivas
limitaciones, la ciudad entera fue excomulgada en 1606 por sus excesos. En el
siglo XVIII es cuando el carnaval de Venecia logra su máximo apogeo, a él
acudían aristócratas llegados de lugares muy diversos y no era raro que los
príncipes y nobles se escaparan a disfrutar del acontecimiento.
El Carnaval es totalmente distinto a la imagen española
(y no digamos a la brasileña).
Durante los 10 días de duración, la gente se disfraza y
sale a la calle a pasear, ya sea en desfiles organizados o improvisados, y a
hacerse fotos. También se organizan por las noches fiestas privadas, a las que
no es fácil asistir sin conocer a nadie, y alguna fiesta pública, en las que
los precios son prohibitivos, del orden de los 500€.
Una sucesión de
fiestas.
El carnaval comienza, como corresponde, con la
celebración más antigua: la Fiesta de las Marías, que data de 1039 y convoca al
desfile de un cortejo por San Pietro di Castello, que culmina en la Piazza San
Marco. Al día siguiente, llega el desfile inaugural y entonces toda Venecia se
envuelve en un cantar de gesta donde el teatro al aire libre, los conciertos y
los mercados de máscaras y comida conquistan los campi (plazas) de Santa
Margherita, Sant’ Angelo y San Stefano.
Las máscaras y los disfraces juegan un papel clave en
este mundo anónimo, donde las divisiones de clases parecen desaparecer, donde
mágicamente todos se vuelven iguales, donde todo parece estar permitido. Los
participantes se regocijan desfilando disfrazados por las calles. Porque allí
es donde se disfruta el carnaval: en las calles, con desfiles organizados o
espontáneos.
Pero el carácter más íntimo del carnaval se aprecia
durante las noches, cuando los bailes invaden los salones y los fastuosos
palacios resultan perfectos escenarios para las fiestas. Las comparsas,
conocidas como las Compagnie Della Calza, que tienen entre las más conocidas a
Los Antiguos y a Los Ardientes, realizan desfiles por la ciudad. Los bailes más
tradicionales tienen lugar en el Doge, la Serenissima y Barroco, y también en
el Palazzo Pisani-Moretti, el Hotel Danieli y el Gran Café Quadni.
No hay comentarios:
Publicar un comentario