El
Oeste Americano. Cientos de kilómetros por delante para seguir la pista a las
“alfombras rojas” y las estrellas del celuloide. Pero en este recorrido también
hay gigantes vegetales en los bosques de secuoyas, cascadas gigantes, osos
negros y una naturaleza imponente.
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San Francisco skyline nocturno
Para
empezar un recorrido por la Costa Oeste USA debemos empezar en Los Ángeles, una
ciudad que surgió de la nada para convertirse en poco tiempo en el centro del
mundo. A finales del siglo XIX fue una colonia de devotos religiosos los que se
mudaron a una apartada colina en busca de un lugar tranquilo y alejado de las
tentaciones. Quién iba a decir a aquellos primeros fundadores que años más
tarde se levantaría Hollywood.
En
Los Ángeles hay mucho que ver, es inabarcable en pocos días, pero sin duda,
tiene algunos lugares que no debemos dejar escapar como las doradas playas de
Santa Mónica, el glamour de Beverly Hills, la jungla de cristal del Downtown y,
cómo no, la meca de los sueños: Hollywood.
Si durante tu visita no logras encontrarte con ninguna estrella de carne
y hueso, siempre te quedará el Hollywood Museum, en el antiguo edificio de Max
Factor, en donde se exhiben vestuario original y otros objetos de películas:
desde el traje de Superman hasta el Rolls Royce de Cary Grant.
De
los colosales edificios de la gran urbe de Los Ángeles, llegamos a otros
gigantes, esta vez vegetales: las secuoyas. Muchas son las que habitan en
Sequoia National Forest y Sequoia National Park, a solo 300 kilómetros de
distancia cada uno. En los parques se pueden admirar árboles de un tamaño y
longevidad extraordinarios. Otro parque indiscutiblemente importante es el
Yosemite National Park, un parque muy destacado a nivel nacional por su
orografía, en la que conviven valles, cañones glaciares e imponentes paredes de
granito.
Otra
parada fundamental si visitamos el Oeste Americano es San Francisco. La ciudad
puede vivirse desde dos prismas diferentes: o bien dejándose llevar por la
vorágine turística de la zona de la bahía o en el epicentro de la vida de la
ciudad en Union Square y Nob Hill. San Francisco es estéticamente impecable,
algo que descubrió en su momento Alfred Hitchcock para rodar sus famosas
películas Vértigo y Los Pájaros. La ciudad está salpicada de perfiles
imposibles y mansiones centenarias nacidas gracias a los dólares que dio la
Fiebre del Oro.
Cinematográfica
y fotogénica, la ciudad de San Francisco ha acogido la grabación de cientos de
películas y ha inspirado a otros tantos novelistas, como Dashiell Hammett.
Para
recordar el pasado bélico del país, podremos visitar el distrito de Presidio,
un viejo enclave de las fuerzas navales del ejército de los Estados Unidos, y
un punto clave para las operaciones de los aliados en la II Guerra Mundial. Hoy
en día podremos verlo reconvertido en el Golden Gate National Recreation Area,
en el que los militares ahora dan paso a niños jugado con bicis, surfistas y un
gran número de familias con picnic a media tarde.
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