Una
sola partícula tiene el poder de atravesar el tejido humano y destruir nuestro
ADN, lo cual puede provocar mutaciones celulares y cáncer.
En
julio de 1969, el mundo miró extasiado cómo dos hombres ponían por primera vez
un pie en la Luna. La
humanidad comenzaba así a aventurarse fuera de nuestro planeta, abriendo la
posibilidad de viajar y explorar otros mundos que no fueran el nuestro.
Pero,
a medida que los astronautas comenzaron a pasar más tiempo en el espacio, los
problemas para la salud de esta actividad se hicieron más evidentes.
No
hay duda de que la instancia más peligrosa de cualquier viaje espacial es el
despegue.
Tratar
de alcanzar la velocidad necesaria para escapar de la gravedad de la Tierra es
una empresa peligrosa. Pero
una vez en el espacio, los astronautas no están fuera de peligro.
Te
explicamos cuáles son estos riesgos y los peligros que los astronautas deben
afrontar en el espacio.
1- Trajes
protectores
Estamos
hechos para vivir en la Tierra y no en las condiciones extremas del espacio.
Por
esta razón se han diseñado trajes especiales para mantener el cuerpo del
astronauta envuelto en la atmósfera de la Tierra.
En
la órbita de la Tierra, los astronautas pueden experimentar temperaturas bajas
de hasta -129º C y tan altas como 121º C.
Los
trajes los protegen de estos extremos térmicos.
También
controlan la presión del aire para evitar que los fluidos corporales hiervan en
el vacío del espacio.
Sin
embargo, los trajes actuales sólo permiten viajar hasta una órbita terrestre
baja.
Para
llegar más lejos dentro del Sistema Solar, necesitamos un nuevo traje que nos
pueda proteger de los peligros letales del espacio profundo.
2-Vivir sin
gravedad
Nuestro
cuerpo está adaptado para funcionar con la gravedad.
Nuestros
músculos y huesos se han desarrollado para actuar en función de esta fuerza y
la necesitan para mantenerse fuertes y sanos.
En
el espacio, los astronautas flotan y la exposición prolongada a un ambiente con
microgravedad deja su huella en el cuerpo humano. La falta de gravedad debilita
los músculos, lo cual a su vez aumenta el riesgo de tendinitis y acumulación de
grasas.
También
nos hace crecer hasta cinco centímetros de altura, porque sin la compresión de
la gravedad, las vértebras se separan. Esto puede provocar dolores de espalda.
A
largo plazo, los astronautas sufren pérdida ósea. La microgravedad hace que el
cuerpo pierda calcio y fósforo y se debiliten los huesos, y aumente el riesgo
de osteoporosis.
La
pérdida ósea puede ser de hasta de 1,5% por mes, lo cual en un período de seis
meses equivale a un 10%.
La
recuperación tras el regreso, puede demorar entre tres y cuatro años, por eso
los astronautas que viven en la ISS deben hacer dos horas y media de ejercicios
diarios, seis veces por semana.
Otra
complicación está relacionada con la circulación. Nuestro sistema
cardiovascular está diseñado para bombear sangre constantemente contra la
fuerza de gravedad, que normalmente empuja la sangre hacia nuestros pies.
En
la microgravedad del espacio, la sangre asciende hacia el pecho y la cabeza.
Esto hace que a los astronautas se les hinche la cara y les aumente la presión
arterial.
3- "Lo que me
pasó por vivir en el espacio"
El
astronauta Chris Hadfield vivió durante meses en la Estación Espacial
Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).
Su estadía en la ISS le cambió su cuerpo, cuenta, y le hizo tomar
conciencia de la amenaza constante de los micrometeoritos.
"Cada tanto puedes escuchar el sonido
de un meteorito que rebota. Escuchas un golpe cuando algo se choca contra la
estación y eso te recuerda dónde estás".
"Cuando escuchas uno de esos golpes, te
das cuenta de que estás en una burbuja de aluminio".
"También nos preocupa la radiación.
Siempre recibimos una dosis más alta que la gente en la Tierra, como aquellos
que viven en sitios altos".
"Pero cuando el Sol está
particularmente activo, hay lugares en la estación que están más protegidos y
nos podemos refugiar allí cuando es absolutamente necesario".
Hadfield
dice que al volver, como perdió densidad ósea en la cadera, corría el riesgo de
rompérsela.
"Aumenté
la masa muscular, perdí grasa y mantuve mi densidad ósea en todas partes salvo
en una región de la cadera y en el extremo superior del fémur".
4- Radiación
cósmica
Los
rayos cósmicos son partículas cargadas que viajan a gran velocidad de a través
del espacio interestelar. En
la Tierra estamos protegidos de los rayos cósmicos porque el campo magnético
del planeta actúa a modo de escudo.
La
falta de atmósfera en el espacio hace que los astronautas queden expuestos a su
destructiva naturaleza. Una
sola partícula tiene el poder de atravesar el tejido humano y destruir nuestro
ADN, lo cual puede provocar mutaciones celulares y cáncer.
Hasta
ahora, los astronautas que han estado expuestos a los niveles más elevados de
estos rayos desarrollaron cataratas, debido a la vulnerabilidad del tejido que
compone el ojo.
La
razón por la que son tan dañinos es porque parecen haberse originado en algunos
de los eventos más energéticos del Universo, como la explosión de supernovas,
donde las partículas cargadas se aceleran hasta alcanzar una velocidad similar
a la de la luz antes de ser despedidas hacia el cosmos.
Se
cree que las posibilidades de desarrollar cáncer terminal en una misión a Marte
son de un 30%.
¿Cómo evitar la
amenaza de los rayos cósmicos?
Una
de las estrategias posibles es modificar la composición o el grosor de las
paredes de la nave espacial.
Otra
solución es programar los viajes en función del ciclo solar (de 11 años)
Las
chances de desarrollar cáncer en una misión a Marte son de un 30%, según
científicos.
Se
sabe que la intensidad de los rayos cósmicos es más elevada durante la etapa
llamada mínimo solar.
Si
nos mantenemos lejos del mínimo solar, podemos reducir el nivel de exposición.
Y
el último recurso es la persona misma.
A
medida que aprendemos más sobre factores genéticos, será posible encontrar
atributos que hagan a una persona más resistente o más adecuada para una misión
espacial de largo plazo.
Fuente
BBC Mundo
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