Texto y fotos: Manuel Bustabad Alonso
Cuando en España todavía estamos digiriendo la entrada
del otoño y adaptándonos a las primeras lluvias frías de la temporada ya está Viena engalanada de millones de
bombillas de colores para vencer a la oscuridad de las tardes y disfrazar sus
calles de Adviento.
Estas fechas, tiempo de luz y espera antes de la
explosión que supone la Navidad en la capital de Austria, son aprovechadas por los vieneses para desempolvar las
figuras del belén, recuperar los adornos del árbol y cocinar las galletas de
mantequilla que guardarán en cajas esperando los días señalados de celebración.
El domingo 27 de noviembre, en cada hogar austríaco se
enciende la primera de las cuatro velas que adornan la corona de adviento,
hecha con ramas de abeto e ilusión. Es tradición encenderlas los cuatro
domingos anteriores al día de Navidad, mientras se come pan de higo y
mandarinas, nueces y otros frutos secos.
Otra de las fechas de referencia del adviento vienés es
la víspera del día de San Nicolás, el 6 de diciembre. La tradición dice que ese
día el antiguo obispo visita a los niños de casa en casa para premiar a los
buenos y castigar a los malos. Nicolás representa el premio, y con un precioso
traje y mitra y báculo pastoral agasajará un año más con regalos, manzanas
rojas y dátiles a los niños. Por suerte para los más pequeños, su ayudante
Krampus, que simboliza el castigo con su vestimenta negra y peluda y sus
ruidosas cadenas, hace años que no le acompaña en sus visitas.
Los niños vieneses, impacientes por la llegada de la
Navidad, pueden ir contando los días en los característicos calendarios de
Adviento que, a partir del 1 de diciembre, les deja abrir cada nueva jornada
una ventanita en la que aparece un regalito o quizá alguna pequeña imagen. Así,
cuentan los días hasta el 24.
En esa fecha mágica pasan la tarde por las atestadas
calles de la ciudad en la creencia de que, mientras, el niño Jesús está dejando
sus regalos bajo el árbol, adornándolo con bolitas de colores, tiras de papel
plateado, dulces envueltos en papeles de colores y velas. A su regreso,
disfrutan viendo el árbol iluminado y abriendo los regalos mientras cantan
villancicos.
Pero mientras no llega ese día vieneses y visitantes
acudimos a los múltiples mercadillos navideños que, dispersos por toda la
ciudad, se instalan bajo la infinita iluminación de las calles con sus puestos
de adornos navideños, frutos secos, pasteles, galletas y miles de regalos de
todo tipo que se pueden encontrar en sus plazas.
Seguramente el más importante, el que marca el adviento
vienés sea el Mercadillo del Niño Jesús (Christkindlmarkt)
que desde mediados de noviembre hasta el día de Nochebuena invade la
Rathausplatz (plaza del Ayuntamiento) con sus 150 quioscos, lugar de encuentro
en la temprana oscuridad de la tarde, cuando más destacan las luces que
iluminan los árboles y las fachadas.
Dispone de múltiples atracciones para los más pequeños,
desde caballitos en los que montar a una casa de Blancanieves. También en la
planta baja del edifico del Ayuntamiento los más pequeños pueden aprender a
confeccionar galletas y pastas y a moldear velas de colores. Los viernes,
sábados y domingos desde las 15:30 a las 19:30 se pueden escuchar villancicos
de coros internacionales.
Mientras los niños aprenden a confeccionar las típicas
galletas de mantequilla de Navidad los mayores se juntan con los amigos en
torno a algún árbol iluminado o al calor de las casetas mientras engañan al
frío con una taza de Punsch, un ponche caliente típico de estas fechas.
También en el distrito 1, en una de las plazas más
bonitas del corazón de la ciudad, Freyung, el Altwiener ChristkindlMark (Mercadillo antiguo vienés del Niño
Jesús) ofrece al visitante artesanía, pesebres y otros objetos decorativos.
En la Maria-Theresien-Platz, entre el Museo de Historia
del Arte y el Museo de Historia Natural se puede visitar la Aldea Navideña (Weihnachtsdorf) con múltiples ideas de
regalos mientras se escucha una banda típica austríaca de viento o algún otro
grupo musical que ameniza el recorrido.
Y, muy cerca de allí, se puede pasar la tarde en una de
las zonas más de moda del Viena. El MuseumsQuartier
ofrece al visitante pabellones de hielo donde tomar un vino caliente con los
amigos o jugar una partida de curling con la pista iluminada en la oscura tarde
vienesa.
Fuera de este distrito central, en cada barrio
encontramos una interminable lista de aldeas navideñas y mercados que se
reparten por todos los rincones de la ciudad, como el Mercadillo de artesanías de la Iglesia de San Carlos en el distrito
4 (Karlsplatz), el Mercadillo Nostálgico
de la Navidad en la Plaza de la Noria Gigante (Riesenradplatz) en el parque
de atracciones Prater(distrito 2) o la Aldea
Navideña del Parque del Palacio Belvedere (Oberes Belvedere en el distrito
3), donde se pueden comer y beber productos típicos de estas fechas mientras
los niños montan en un trenecito.
Si ya es un placer visitar Viena en cualquier momento del
año, la iluminación espectacular que corona sus plazas y calles, los
innumerables mercadillos y sus gentes sorteando el frío y la nieve en las
calles con sopas de calabaza y vino caliente son reclamo suficiente como para
realizar la obligatoria visita que todo viajero debe hace a esta ciudad musical
y bulliciosa en el mes de diciembre.
Dónde y qué comer
en Viena
Viena es una gran capital europea y por tanto dispone de
una variada oferta gastronómica. Dentro de la comida más típica austríaca, en
esta época destacan las sopas y purés de calabaza y los productos de invierno.
Siempre es buen momento para comer un Wiener Schnitzel
(escalope de ternera empanado) en alguna típica cafetería, como el clásico Café Museum que reabrió en octubre de
2010 remodelado pero conservando su encanto de café clásico y los estirados
camareros que exhiben su arrogancia característica (schmeh) sin perder su
excelente educación.
También es época de cocido, como el Tafelspitz, carne de
vaca o buey hervido con verduras y acompañamiento de patatas. Si estás paseando
por el centro histórico puedes probarlo en Gasthaus
Pöschl, en la plaza de los Franciscanos. En general las carnes y hortalizas
primarán sobre los pescados, de calidad bastante inferior a excepción de
algunas especies de río. En la época adecuada las truchas serán una buena
opción. De postre, la famosa Tarta Sacher o el Strudel de manzana no dejan
indiferente a ningún viajero.
Si buscas cocina de autor, quizá te apetezca probar el
menú degustación de Kulinarium 7, en
el bohemio distrito 7 y probar al final sus aguardientes de destilación casera
o cualquier otra copa en su bodega. Es caro pero merece la pena la experiencia.
También es recomendable el barco-piscina Badeschiff, embarcación de carga
fluvial anclado en uno de los canales del Danubio, donde el chef Christian Petz
(4 estrellas en Palais Coburg) gestiona el restaurante Holy Moly, en el que
puedes comer un nuevo menú cada día a un precio muy razonable.
Por último, el restaurante Wiener Salon, con su impresionante cuadro de la emperatriz María
Teresa desde el que vigila todo el comedor y la perra Laura recostada en la
cocina, a la vista de los clientes.
Un alojamiento
para viajeros con estilo
El hotel Altstadt
es un capricho de su propietario, Otto Ernst Wiesenthal, quien después de dos
décadas recorriendo el mundo se ha propuesto hacer de este alojamiento un lugar
donde los viajeros se sientan como en casa, y no hay ninguna habitación igual a
otra.
Situado en el barrio histórico Spittelberg, muy cerca de
los principales puntos de interés, es un punto de partida perfecto para
recorrer los mercadillos navideños de Viena y disfrutar de su ambiente de
Adviento.
Todo lo que necesitas
para tu viaje a Viena
En las webs de Turismo
de Viena y Turismo de Austria, ambas en español, se puede encontrar toda la
información sobre cómo llegar, alojamientos, restaurantes, eventos, mapas y
cantidad de recomendaciones para viajeros. Incluso se pueden solicitar folletos
por teléfono o correo electrónico.
Si no has reservado alojamiento antes de llegar, en
cualquiera de las Oficinas de Turismo de Viena te ayudarán a gestionarlo en la
zona que prefieras. Además, encontrarás conexión wifi gratuita en el Tourist-Info Viena del centro de la
ciudad.
Tomado de Kuviajes
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